La ambición es deseo, desear es sinónimo de querer y dicen que querer es poder. Pero “poder” no tiene por qué significar que vayamos a conseguir aquello que anhelamos. Lo que significa es que si nos esforzamos en perseguir nuestros objetivos y los fijamos en nuestra mente, siempre será más probable que los alcancemos. ¿Ser ambicioso es bueno? Veámoslo.
¿Qué significa ser una persona ambiciosa?
Tener ambición significa literalmente querer algo que no se tiene. Este “algo” puede ser material o inmaterial. Sin trucos, ni cosas raras de trasfondo. Esta es la definición.
Entonces ¿por qué hay gente que piensa que ser ambicioso es malo?
Hay quienes asocian la competitividad, las malas prácticas y el estar dispuesto a hacer lo que sea, caiga quien caiga, para llegar a una meta a la palabra. Esta es la connotación negativa que se le ha dado en la sociedad, que nada tiene que ver con lo que el lenguaje nos dice.
¿Qué hay de malo en querer lograr algo con todas tus fuerzas? Si en una reunión alguien declara que se considera una persona soñadora, es bastante probable que en las caras de los presentes se dibuje un signo de aprobación. Ahora bien, que la misma persona exprese que se define como ambiciosa. Igual la cosa cambia.
Características de una persona ambiciosa
Sabemos que cada persona es un mundo. No obstante, hay una serie de factores que suelen tener en común aquellos que pueden ser considerados ambiciosos. Aquí te los dejo:
- Fijan sus metas: alguien que destaca por ser ambicioso, sabe lo que quiere, busca el camino para conseguirlo, lo dibuja y lo sigue. Gracias a este proceso, encuentra nuevas oportunidades para mejorar. Además, suele ser gente persistente.
- Se centran en superarse a sí mismos: la búsqueda de la mejor versión de uno mismo es una característica frecuente en las personas ambiciosas. El problema viene cuando se busca intentar superar al resto en vez de superarse. Ahí entra la competitividad que no tiene por qué ir de la mano de la ambición. Son términos diferentes que, como hemos comentado antes, a menudo se confunden.
- Proactividad: en otras palabras, nada de dejar para mañana lo que pueden hacer hoy. Son constantes a la hora de llevar a cabo la planificación y ejecución de sus acciones.
- Actúan sin miedo: quizás lo tengan, pero desde luego no les tiembla el pulso a la hora de lanzarse a por eso que quieren conseguir. Saben que asumir riesgos es algo fundamental para obtener resultados, así que los asumen.
- Se forman constantemente: son curiosos y creativos, por lo que no se conforman con los conocimientos que tienen, sino que buscan progresar también en este aspecto cada día más.
Sin embargo, ser ambicioso puede convertirse en algo negativo cuando la búsqueda de desafíos se convierte en algo insaciable. Sí, ser inconformista puede ser algo tremendamente enriquecedor, pero darnos una palmadita en la espalda cuando hemos conseguido algo bueno es también muy sano.
El no valorar los logros que se consiguen, puede generar una insatisfacción que desemboque en la pérdida de interés y de ganas por fijarnos metas.
Mientras se tengan claros todos estos aspectos y se traten de evitar, ser ambicioso no tiene por qué ser malo, ni mucho menos.
El escritor y político francés Montesquieu dijo un día: “un hombre no es desdichado a causa de la ambición, sino porque esta lo devora”. Con esto puso de manifiesto la idea de que no es malo en sí el hecho de ser ambicioso, sino las consecuencias negativas que puede ocasionar en algunas personas la mala gestión de la ambición.
¿Por qué ser ambicioso en una empresa puede ser bueno?
Ya hemos visto cuáles son las características de las personas con ambición, la definición de este rasgo de la personalidad y por qué no debe ser confundido con algo negativo. La pregunta que te estarás haciendo ahora si has llegado hasta mi blog probablemente sea: ¿cómo puede ayudarme ser ambicioso en mi empresa?
En primer lugar, ser ambicioso debe ir de la mano con la confianza en uno mismo. Si tienes claro el objetivo que quieres alcanzar y has desarrollado una estrategia medida, meditada, coherente y firme, llegará un momento en el que tomarás tus decisiones con mucha más seguridad. De hecho, el liderazgo tiene pilares en común con la ambición.
Ayuda a adquirir experiencia
Ser ambicioso puede ayudarte, además, porque al querer llegar a un punto más alto, tendrás recorrer muchos más escenarios hasta conseguirlo.
Piensa en el deporte. Un medallista olímpico debe pasar desde niño por torneos locales, municipales, nacionales, a nivel continental, amistosos… en fin, de todo tipo. No llega directamente a la competición de su vida sin haberse enfrentado a situaciones con dificultad, personas y contextos diferentes. Pues este ejemplo es aplicable para todo y el mundo empresarial no iba a ser una excepción.
Motivación a uno mismo y al resto
Lo más seguro es que hayas trabajado en algún momento de tu vida con una de esas personas que parece llegar a la oficina con una energía especial. El mítico compañero que parece que siempre está activo y preparado para sacar las tareas adelante. Si te vienen la imagen de una persona así que conozcas, lo más seguro es que sea ambiciosa.
Al final, una consecuencia derivada de esta actitud ante el trabajo y la vida es que se contagia al resto. Ser ambicioso o contar en tu equipo con gente que lo sea, puede ayudar a volver a recuperar la ilusión a los trabajadores que en algún momento la hayan tenido, pero que por algún motivo la hayan perdido.
En mi empresa NeoAttack, comentaba a mis empleados que las personas de éxito, tienen paciencia para conseguir resultados a largo plazo, frente a los que se quedan a medio camino que deciden cambiar de rumbo a corto. La verdad es que para triunfar no solo basta con la ambición, sino que son necesarios otros aspectos como la motivación o la constancia.
¿Quieres saber más? Entonces te recomiendo que eches un ojo a mi servicio de mentoría.